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El Señor es mi pastor ¡Nada me falta!
Si hay un pasaje de la Biblia que resuena en diversos contextos de la vida, recitado, memorizado, plasmado en carteles y cuadros, y que se convierte en consuelo incluso en momentos de salud precaria, ese es el Salmo 23. La magnificencia de este salmo radica en la declaración: “El Señor es mi pastor; nada me falta.”
“En campos de verdes pastos me hace descansar; me lleva a arroyos de aguas tranquilas. Me infunde nuevas fuerzas y me guía por el camino correcto, para honrar su nombre. Aunque atraviese el valle más sombrío, no temo mal alguno, porque tú estás conmigo; tu vara de pastor me infunde nuevo aliento. Preparas un banquete ante mis adversarios; unges mi cabeza con aceite y colmas mi copa. Sé que tu bondad y misericordia me seguirán todos los días de mi vida, y en la casa del Señor viviré por largos días.”
Es un Salmo de David. El detalle sobre la autoría de David, añade un matiz significativo al impacto del Salmo 23. David, líder y rey, escribe desde su madurez, recordando su infancia como pastor cuando fue menospreciado por su familia al ser el más pequeño pero a los ojos de Dios fue el elegido para reinar. Aunque este personaje enfrentó situaciones diversas, el Salmo no relata estrategias ni batallas personales, sino que transporta a tiempos sencillos y humildes.
A mi parecer, lo más significativo de esto es que David no se enaltece como protagonista de su propio Salmo, sino que se presenta como oveja, reconociendo a Dios como el verdadero buen pastor que lo guió, acompañó y sostuvo, desde esa posición puede declarar:
“Nada me falta”.
A) Nada me falta: Porque el Señor es mi sustentador. (V2)
Él provee todo lo necesario: agua, alimento y descanso. Como un buen pastor que busca el mejor lugar para sus ovejas, confiamos en que el Señor, nuestro pastor, nos llevará a lugares de bendición.
“Solo yo sé los planes que tengo para ustedes. Son planes para su bien, y no para su mal, para que tengan un futuro lleno de esperanza.” – Jeremías 29.11
B) Nada me falta: Porque el Señor es mi guía. (V3)
Esa guía no es una simple indicación, es una compañía constante. El Salmo se encarga de añadir que nos guía por el camino correcto (camino de justicia), no por cualquier camino, ni nuestro camino personal que consideremos el mejor.
Las ovejas no son los animales más inteligentes, ni los más fuertes, no tienen los instintos más desarrollados del reino animal; todo lo contrario, necesitan un extremo cuidado porque constantemente toman malas decisiones y no tienen muchas habilidades de orientación. Permítame añadir algo más: las ovejas son animales torpes.
Escuche esta noticia:
Cientos de ovejas siguieron a su líder de un acantilado en el este de Turquía, sumiéndose a la muerte esta semana, mientras que los pastores miraron con consternación. Cuatrocientas ovejas cayeron 15 metros a la muerte en un barranco en la provincia de Van, cerca de Irán, pero hicieron caer a otras 1.100 animales que sobrevivieron. Los pastores de un pueblo cercano descuidaron el rebaño mientras tomaban el desayuno, dejando a las ovejas vagar libremente. La pérdida para los agricultores locales se estimó en $74.000.
Mientras estos pastores estaban tomando su cafecito, las ovejas torpes se tiraron por el barranco solo porque siguieron el pensamiento de manada. Ahora, eso no sucede con el buen pastor. Él usa su cayado, que es un palo con un arco en su extremo, algo así como un gancho que, cuando alguna se va descarriando o empieza a alejarse del grupo, esa herramienta le permite direccionarla.
Si usted es parte de la manada del pastor, puede tener tranquilidad en algo. Ponga su confianza y ya llegará el momento de las aguas frescas y los pastos delicados.
Pero aquí hay dos cosas: Usted tiene que reconocer no solo que el Señor es el buen pastor, sino que, al igual que David, lo reconozca como su pastor. Eso es indicativo de pertenencia; yo soy de mi pastor, por lo tanto, me someto a su dirección y su voluntad. Jesús, en la oración modelo, dijo: “Padre, que se haga tu voluntad.” Y lo demostró y lo resaltó una y otra vez; él vino a hacer la voluntad del Padre. Nosotros ahora tenemos el gran desafío: si queremos ser guiados, tenemos que poner nuestra confianza, someternos a la voluntad de Jesús para que él nos guíe.
C) Nada me falta: Porque es mi protector. (V4)
Escuche bien esto. Aún cuando pasamos por valles de muerte, Él está para acompañarnos, y dice el Salmo: “No temeré”.
El que habita al abrigo del Altísimo y se acoge a la sombra del Omnipotente, 2 dice al Señor: «Tú eres mi esperanza, mi Dios, ¡el castillo en el que pongo mi confianza!» (Salmo 91)
En el versículo 4, se menciona que su vara y su cayado son los que nos infunden aliento. Ya hablamos del cayado, pero sepa que la vara era un palo grueso de un metro de largo con piedras incrustadas, básicamente un garrote. Este garrote era una de las armas del pastor; venía un oso, un león, una hiena, lo que sea, y el pastor se ponía a la defensa.
Hermanos, el buen pastor está para protegernos. No se duerme, no se distrae, no se olvida de nosotros.
Ahora, no solo la vara era un elemento para golpear, sino también cuando iban por lugares donde había baja visibilidad, y pasaban trechos angostos, el pastor iba golpeando la vara haciendo ruido y mostrando el sendero de las ovejas. Las ovejas no podían ver al pastor, pero sabían que allí estaba; aun en la incertidumbre, estaba para guiarles y protegerles.
Tanto es su cuidado y provisión que dice el versículo 5, que prepara lo mejor, el banquete en frente de nuestros adversarios, de nuestros angustiadores, nuestros enemigos. Quizá hoy usted está pasando por situaciones donde hay personas a su alrededor queriendo dañarle con sus palabras, con sus actitudes, pero recuerde, si usted cree en Dios y él es su buen pastor, dice la Palabra que ellos verán que usted está cubierto y bendecido por alguien grande y poderoso como lo es nuestro Señor.
Sabe, eso es garantía de la bonanza de Dios, es garantía de que incluso el mayor enemigo, el adversario por definición como lo es Satanás, no podrá quitarle las bendiciones y p
D. Nada me falta: Porque Él es nuestro sanador. (V5)
A menudo los pastores debían curar las heridas e infecciones de las ovejas, un tratamiento efectivo era ungirlas con aceite. Incluso una mezcla de aceite y perfume.
- En la época de verano, las ovejas eran afectadas por moscas y otros insectos en sus ojos y hocico, causándoles heridas e infecciones que podrían llevarlas a la muerte. El pastor, con paciencia, las recubría una a una para protegerlas.
- Otra situación común era cuando las ovejas, debido a su torpeza, se trababan con ramas o agujeros. En este caso, el aceite era beneficioso para liberarlas de situaciones incómodas.
- Como medida preventiva, el pastor aplicaba aceite en la parte de la cabeza y los cuernos de las ovejas durante épocas en que tendían a pelearse debido a los períodos de celo. Este aceite ayudaba a reducir el impacto de los golpes y prevenir lesiones.
- Se utilizaba también como tratamiento general para curar heridas y lesiones existentes, siendo una opción efectiva para desinfectar y favorecer la recuperación.
El aceite, además de su utilidad práctica, simboliza el Espíritu Santo. Así como el aceite tiene el poder de sanar física y emocionalmente a las ovejas, la presencia del Espíritu Santo en la vida de aquellos que siguen a Jesús es promesa de sanidad espiritual y emocional. Este simbolismo destaca la importancia de mantener una mirada sana ante las situaciones, de liberarse de obstáculos y de relacionarse con los demás de manera delicada y amorosa.
Conclusión:
Jesús se autodenomina el buen pastor en Juan 10:11-15, confirmando las cualidades del pastor mencionadas en el Salmo 23. En este nuevo año, enfrentemos desafíos con la confianza de que el buen pastor nos guiará, protegerá y proveerá. Con el Señor como nuestro pastor, nada nos falta.
El buen pastor nos prometió:
Y yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo.» Amén. (Mateo 28.20)